CADALSO JOSÉ

José Cadalso (1741 - 1782)
Don José Cadalso Vásquez nació en Cádiz y estudió en el aristocrático Seminario de Nobles de Madrid. A los veinte años había realizado diversos viajes por Inglaterra, Francia alemania e Italia, que dieron a su formación cultural un marcado aire europeo. Establecido definitivamente en España, ingresó en la carrera militar y tomó parte en algunas acciones bélicas contra Portugal. Encontrándose en Madrid se enamoró de la actriz María Ignacia Ibañez - la Filis de sus versos -, quien murió de rápida enfermedad. Según ciertas noticias de la época, al morir su amada, Cadalso, enloquecido por el dolor, quiso desenterrarla, cosa que habría evitado su amigo el Conde Aranda, desterrándole de Madrid. Lo cierto es que, destinado a Salamanca, entabló allí relación con los poetas del grupo salmantino, sobre todo con Meléndez Valdés, en cuya vocación literaria influyó poderosamente. Por los mismos años asistió también a la tertulia de la Fonda de San Sebastián. Su vida terminó trágicamente. Hallándose destacado frente a Gibreltar, cuyo bloqueo realizaban las tropas españolas, fue alcanzado por una granada inglesa y murió a las pocas horas. Contaba a la sazón cuarenta años y acababa de ascender al grado de coronel. Cadalso comenzó su carrera literaria estrenando una tragedia neoclásica de asunto medieval: Don Sancho García (1771), que falta de vigor y vida, es lo más endeble de su producción.
Poco después apareció el libro titulado Ocios de mi juventud (1773), con el que hizo revivir la anacreóntica, que astaba enterrada con Villegas siglo y medio antes. Gran parte de las letrillas y anacreónticas del libro están dedicadas a su amada Filis, cuya muerte le inspiró también algunos lúgubres versos de carácter prerromántico. De carácter prerromántico es también la obra póstuma (1789-90) Noches lúgubres. Escrita en prosa, nos ofrece un Cadalso retórico y efectista que en nada recuerda al irónico y reflexivo autor de las Cartas Marruecas. El temperamento satírico de Cadalso se manifiesta ya en su primera obra en prosa: Los eruditos a la violeta (1772), que fue la que proporcionó mayor popularidad, atacando con graciosas burlas la erudición superficial. Mayor trascendencia alcanzan las Cartas Marruecas, su obra capital. En esta producción póstuma (1789) se utilizan - como en multitud de libros europeos de la época - las opiniones de un extranjero de distinta civilización para poner de relieve - por contraste - los defectos de la sociedad occidental. Es el recurso empleado por Montesquieeu en sus Lettres persanes, consideradas injustificadamente como único precedente de las Cartas Marruecas Cadalso se vale de ellas pera trazar un amplio cuadro de la vida económica, social y cultural del país, subrayando las causas de la decadencia nacional y los remedios más indicados para combatirla.

De José García López, Historia de la literatura española, Vicens universidad, Barcelona, 1987.

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