Las fábulas mitológicas: Flor de Apolo
Miguel de Barrios
A LA FÁBULA DE ALFEO Y ARETUSA. ROMANCE.
¡Favor no pido Helicona:
A vos, sí, pura Castalia,
visto cantar de una ninfa,
vuelta en fuente por ser casta!
¡A vos, Dríadas, imploro,
que con sonora templanza,
bañéis en furor di-vino
lo que ha de parar en agua!
¡Que a los hipérboles debo
de quien es de fieras Parca
de una beldad valentona,
una pintura del hampa!
Nació ninfa, y murió fuente,
deidad honesta en Acaya,
que huyendo de Amor ligera,
jamás pareció liviana.
En los hombres, y en las fieras,
hay duda si hizo más caza
el reclamo de sus luces,
que las flechas de su aljaba.
Por su candor animado
las hebras de oro dilata,
que siendo sol, vino a pelo
tanto rayo, en nieve tanta.
Amor, hizo de su frente
o frontera, o plaza de armas,
por ser de amorosas lides
campo alegre de batalla.
En forma de medias lunas
que dividen dos escuadras,
cejándose ceja a ceja,
se quieren jugar las astas.
Y plantados frente a frente,
dos basiliscos sin bala,
los ojos tocan a fuego,
sus niñas repiten arma.
Por su Maestre de Campo
proporcionando ordenanza,
el nivel de la hermosura,
rayos parte entre dos rayas.
Aunque divide elegante,
el sol con alegre pausa,
visto estar entre dos luces,
entremetido le llama.
Si al aguileño relieve
las dos lucientes espadas
le dicen: a fuera, a fuera,
él replica: aparta, aparta.
Paridad ajudicando
de lucientes luminarias,
fue por su recta justicia
lengua de estas dos balanzas.
Tan comedido se porta,
que si no sobra, no falta;
y así no le prenderán
por espada más de marca.
Sentó plaza en sus mejillas
el clavel, cuya fragancia
por verle marchar en ellas,
tomó en la nariz ventanas.
La boca ...
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