Poesía. Selección
José de Selgas y Carrasco
Poesía. Selección
José de Selgas y Carrasco
(Murcia, 1822 - Madrid, 1882)
El álamo blanco
Mientras el aura del ardiente estío
Derramaba con vuelo fatigado
Sobre la mustia majestad del prado
De la alma aurora el virginal rocío;
Besando el agua del raudal umbrío,5
A la sombra de un álamo apartado,
Oyó que así en murmullo sosegado
Decían el árbol y el sonoro río:
-Si el céfiro de abril huyó ligero,
¿Qué espíritu divino te alimenta10
Y hace perpetuo tu verdor primero?
-Yo presto sombra cuando el sol calienta,
Rasgo del aire el torbellino fiero
Y el bien que hago mi verdor sustenta.
La niebla
En buen hora vayas tú,
Mansa niebla fugitiva,
Con los bellos tornasoles,
Que tu transparencia cría,
Con los tímidos reflejos5
Con que la aurora matiza
La caprichosa inquietud
De tus formas infinitas.
En buen hora vayas, niebla,
Agitada y suspendida10
Por los vuelos cariñosos
De la perfumada brisa;
Y trémula y afanosa,
Ya súbito desprendida,
Finjas sobre el ancho mar15
Tenues bandas amarillas;
O ya en sueltos pabellones,
Vagando leve y tranquila,
De púrpura, nácar y oro
Lujosamente te vistas;20
O ya en revuelto tropel,
Mal de tu grado indecisa,
Espiral incomprensible
Y maravillosa finjas;
O ya del viento acosada, 25
Y por el mismo tendida
Beses el cáliz pintado
De las tiernas florecillas;
O mansamente agitada
El vuelo del aura sigas,30
Y del bosque gemidor
Los anchos contornos ciñas;
O ya alzándote orgullosa
Desde la pradera umbría,
Flotante penacho imites35
Sobre la roca vecina.
En buen hora, mansa niebla,
Tu inquieto camino sigas,
Mis ojos te seguirán
Mientras te alcance la vista.40
Que ese misterioso vuelo,
Que tu existencia fatiga,
Algo para el alma tiene,
Cuando logra seducirla.
Y tal vez, tal vez, oh ...
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