Sextus Propertius
Propercio
I, 1
Cintia, fue ella la primera, me atrapó con su mirada,
pobre de mí, que fuera antes inmune a los deseos.
Bajó Amor luego la altivez constante de mis ojos
y aplastó mi cráneo bajo el peso de sus pies.
Llegó a enseñarme a rehuir a las chicas honestas,
malvado, y a vivir sin sentido.
Y este furor mío no remite todo un año,
aunque me fuerzo a tener a los dioses contra mí.
Milanión, sin rehuir, Tulo, esfuerzo alguno,
sometió la fiereza de la impasible Jásida.
Pues ya erraba insensato por los valles Partenios,
e iba a enfrentarse con las fieras hirsutas;
él, incluso, herido por la clava de Hileo,
gimió su dolor por las rocas Arcadias.
Logró así dominar a la chica veloz:
Implorar vale tanto en amor como una heroicidad.
En mi caso, Amor inepto no pergeña ya artimañas
ni sabe. como antes, seguir senderos seguros.
Mas vosotras, que exhibís la falacia de que os lleváis la luna
y os esforzáis en fuegos mágicos rezando encantamientos,
¡Cambiad, venga ya, el pensar de mi dueña
y haced que su rostro palidezca más que el mío!
Así he de creer que estrellas y torrentes
podéis conducir con cantos Citeinos.
Y vosotros, que me ayudáis tarde en mi caída, amigos,
buscádle un remedio a mi corazón enfermo.
Hierro y fuegos crueles aguantaré fuerte,
si, al menos, puedo expresar libremente mi ira.
Llevadme entre pueblos recónditos, llevadme por mares,
donde mujer alguna sepa mi paradero:
Vosotros quedáos, que un dios os atiende con fácil oído,
y vivid para siempre por parejas en controlado amor.
A mí, nuestra Venus me somete a noches de amargura
y Amor, en calma, no se va de mí un momento.
Guardáos, os lo advierto, de este mal; controle a cada uno
su ...
|
|
|
|
|
|