JUAN DE DIOS PEZA
LA CAJA MILAGROSA
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(Leyenda del ex-convento de La Concepción)
I
Para honrar la siempre limpia
Concepción Inmaculada
en la hermosa y opulenta
capital de Nueva España,
un vecino muy devoto
y de riquezas muy vastas,
trató de hacer un convento
digno de gloria tan alta;
y comprando unos solares,
y al rey demandando gracia,
logró dar cima a su anhelo
sin medir riesgos ni vallas.
Llamábase aquel buen hombre
Juan Aguirre de Suasnaba,
pródigo en las caridades,
y en las costumbres, sin tacha.
Cuando con gran regocijo
miró su obra comenzada
y dio fin a los cimientos
y forma a sus esperanzas,
la segur, que no respeta
glorias y dichas mundanas,
cortó el hilo de su vida,
por cierto envidiable y grata.
Tocó a sus más allegados
heredar cuanto dejara,
y ya ricos, no quisieron
proseguir obra tan santa.
Quedó en punible abandono
la nueva y costosa fábrica,
sin que de ponerle término
se dijera una palabra.
Los dueños de la fortuna
fuéronse a tierras extrañas,
y nadie creyó que hubiese
quien a Aguirre reemplazara.
Apagáronse de un soplo
las ilusiones doradas
de cuantos vieron seguía
del nuevo templo la fábrica.
Y en las más nobles familias
con dolor se comentaba
la conducta de los deudos
del propio interés avara.
Las pudorosas doncellas
que con delicia y con ansia
soñaron en vestir pronto
manto azul, túnica blanca,
y habitar del nuevo claustro
la quieta y feliz morada,
al saber la triste nueva
vertieron secretas lágrimas.
En esos tiempos remotos
del mundo en la mar sin playas,
para encaminarse al cielo
era el convento la barca;
la celda, puerto y refugio
de la vida en las borrascas;
y la fe, radiante estrella,
nuncio y galardón del alba.
En los tristes desengaños,
en las dudas más amargas,
...
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