VERGARA RENÉ

René Vergara (1918-1981)  
Después de estar un año como detective tercero, se fue a la Argentina a practicar la vida, tenía 22 años, fue boxeador, autor de letras de tango, asistente de redacción en Leoplán y casi sin darse cuenta empezó a narrar para entonces, su escasa experiencia chilena de detective tercero, bajo el seudónimo del ya entonces famoso detective de Agatha Christie, el belga Hercules Poirot.

A partir de 1960, en Venezuela, contratado por el naciente gobierno democrático de Rómulo Betancourt, como profesor de criminalística y criminología, siguió dando clases, esta vez no por cartas a Inglaterra, sino en el Instituto de Policía Judicial y en la Escuela de Derecho, en sus famosas charlas y conferencias demostraba el divorcio existente entre las instituciones del estado y la sociedad, porque los códigos se quedaron viejos, o mejor, nacieron viejos. Añadía a esto que las policías de Latinoamérica no querían saber de las causas sociales que producen el delito, les bastaba con aprehender al delincuente. La justicia se limitaba a la aplicación mecánica de la sanción de los hechos tipificados en un código que prescinde de modernidades y del conocimiento de las fuentes sociales y ambientales que lo generan. Y el gran ejecutador de la pena, el sistema penitenciario, ignoraba la condición del hombre, tratándolo como un número más. Parece pasado, pero no lo es. Producía al mismo tiempo los ensayos: "Edmond Locard", en honor a quien fuera su profesor de Criminalística en Francia; "Juan Vucetich", "Harry Sodermann", "Los indicios", "Policía inglesa", "Delitología", "Prevención" y "Victimología".

Tanto René Vergara-Hercules Poirot como René Vergara-investigador, mantienen a lo largo de los años una curiosa competencia por mejorar su oficio. Si la carrera policial del escritor tiene como principio real la creación de la Brigada de Homicidios en Chile, 1947, a la que dirigió por espacio de 10 años, luego de su regreso de Inglaterra, esta carrera culminaría en 1960 con su último informe a la O.E.A., de los tres que realizó, sobre la investigación del atentado al Presidente de Venezuela, para terminar con su oficio primario, y entrar de lleno en el otro y eliminando a su ya inútil Hercules Poirot.

Para entenderlo como escritor, no es necesario conocer los delitos investigados en todo el continente, ni acudir a los expedientes, para buscar exactitud. René Vergara profesionalmente anula al pulcro y calvo detective belga con la aparición en las librerías de ,"La bailarina de los pies desnudos (1950)", "El pasajero de la muerte (1969)", "La otra cara del crimen (1970)", "¡Qué sombra más larga tiene este gato! (1971)", "Taxi para un insomnio (1972)", "Un Soldado para Lucifer (1973)", "La pluma del ángel (1974)", "De las memorias del Inspector Cortés (1976)" y "Más allá del crimen (1978)" historias impregnadas de lo que fue su móvil profesional en ambos oficios: definir el delito.

Treinta y siete años después de sus charlas y conferencias pidiendo reformas a los gobiernos latinoamericanos, para que en estos últimos cuarenta años no nos ahogara el delito, Venezuela, acaba de reformar su código de procesamiento penal, obligada por el hacinamiento carcelario y las cifras récord de 200 homicidios mensuales. Le han aligerado el trabajo a los jueces, diría Vergara, pero no las causas.

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