Salvador Novo
FLORIDO LAUDE
Lo menos que yo puedo
para darte las gracias porque existes
es conocer tu nombre y repetirlo.
Si brotas de la tierra,
hostil de espinas, ávida de cielo,
en vigoroso impulso
y ofreces un capullo a la caricia
leve del viento y cálida del día,
sé que abrirás a la mañana bruja
tu perfección efímera en la Rosa.
Conozco tu perfume y tu destino,
piel de doncella, hostia múltiple;
tu breve día, tu don. Miro el momento
en que brindas tu lecho nupcial a las abejas;
o el colibrí se pinta en tus colores
y desmayas tus pétalos de seda,
conchas del mar del aire en que naufraga
tu vida breve y tu perfume rosa.
Yo repito tu nombre cuando veo,
ave suntuosa y vegetal, tu nido
anclado en aquel árbol que te nutre.
Las plumas de tus pétalos, Orquídea;
el silencio en que cantan tus colores.
Y te busco en la sombra;
bajo el ala del árbol que te oculta,
en los ramos redondos
en que entonas a coro tus azules, Hotensia.
Pero también te admiro y te saludo
y repito tu nombre proletario
cuando tiendes, Mastuerzo,
tus frágiles somvrillas, tus trémulas sombrillas
disciplinadas y redondas,
en que tiembla el rocío,
y atreves la sencilla
ofrenda de tus conos amrillos
a la mano del niño que te inmola.
Y a ti, Cortina humilde
que abres el sol y cierras a la noche
tus sueños de trocarte en Bugambilia;
y a ti, que en el violento
grito de tu amarillo
ostentas en colores, Mercadela,
el perfume negado a tu pobreza.
Y contemplo tu rostro, Margarita,
tu cuello almidonado e impecable,
tu uniforme escolar para la fiesta,
tu faz redonda, ingenua.
Saludo a tus hermanas mayores en las Cinnias
que aprendieron ya el arte de maquillarse;
que ...
|
|
|
|
|
|