Gonzalo Millán
Promisión
El refrigerador se sobresalta
y trepidando cambia de ritmo.
Insomne lo velo. Y no necesito
jalar su puerta abombada y hermética
para ingresar en sus sueños.
Estoy en la oquedad
tras la cascada de aguas amnióticas
que se deshielan, envuelto
como un conejo desollado
en una placenta plástica.
Despierto después de invernar
por edades, ovillado
en un catafalco blanco; a lo lejos
diviso, cuando la niebla se disipa,
El Valle de las Luces de Neón
y oigo los esteros estereofónicos,
bajando de las cimas de nieves eternas,
a surtir de anuncios los supermercados
de unas pródigas tierras de promisión.
...
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