Marcela Leonelli
TEMUCO
Temuco se queja
en la mano piñiñienta de un niño gris
que en las calles comerciales
se estira como un elástico
medio pan, medio sufrir
Temuco llora
en la rivera de Padre las Casas,
y una jovencita deambula
fumando fríos, vendiendo besos
cobrando en sencillo
la dignidad de amar
Los autos pasan,
las cocinas a leñas humean
dejando en claro a lo lejos
un extraño calor de hogar.
Temuco se pudre
en las preciosas vitrinas
ofertando sueños a crédito,
placeres al por mayor
mientras un joven mal amarrado
le roba el montepío
a una encorvada anciana
aún vestida de negro
desde que su viejo se fue
En los bancos se transa el dólar,
el impuesto de las caricias, el avalúo del amor
se cuestiona el IVA de la caridad
mientras que si hipotecáramos el alma
a más de un pobre
veríamos reír
Temuco crece,
las casas cercan el cielo oscuro,
hacemos noticias, contaminamos tanto
que somos un pueblo IN
bonitos automóviles aturden las calles,
en el otro lado de la ciudad
donde huele a humo agridulce
se muestran erguidas
como un lunar asqueado
las casas callampas
bajándole el nivel
a nuestra linda sociedad.
En un rincón del puente
Unos niños sin zapatos
Sueñan estrellas altas
En un avión de neoprén
Como te quiero Temuco amado,
con tus niños moquillentos
con la loca de la cartera amarilla
y el chascón de ojos enfermos
que se cree Nuestro Señor
quiero tus calles estrechadas por las gentes
tus arsenales de perros callejeros,
tu plaza dominante con sus árboles pitucos
donde más de alguien
ve por las ventanas el otoño aparecer y desaparecer
rodando entre primaveras y veranos breves
te quiero Temuco y bien lo sabes
con tus cesantes, tus cafés olientes
tus caperuzas y tus ambulantes
Temuco está crujiendo,
avanzan ...
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