RAMÓN DE CAMPOAMOR
A FELISA
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(El día de su casamiento)
con: D Salustiano de Olózaga
Aunque a la aurora temores,
y al mismo sol dés enojos,
te sientan con mil primores
la languidez en los ojos,
y en el cabello las flores.
Muestran tantas maravillas
los diamantes en tu cuello,
las rosas en tus mejillas,
que con real ornato brillas
desde la planta al cabello.
Y aunque arreo tan brillante
dé a tu belleza decoro,
¡ay, que en tu lindo semblante
oculta cada diamante,
bella Felisa, un tesoro!
Vertiendo dulce sonrisa,
no ocultes los ojos bellos,
porque te dirán con risa
que ya leyeron, Felisa,
tus pensamientos en ellos.
Embebecida y errante
vagas con planta insegura,
cual si escucharas amante
el céfiro susurrante
que entre tus bucles murmura.
Ya sé que en este momento
las niñas en dulce calma
oyen, con turbado intento,
cosas que murmura el viento
y escucha gozosa el alma.
Ya se que el cielo abandonan
los ángeles, y que hermosos
de luz su frente coronan,
y dobles himnos entonan,
de su hermosura envidiosos.
Sé que en sus ojos se encantan,
y que en torno se revuelven;
acentos de amor levantan;
las llaman hermosas; cantan;
besan su faz, y se vuelven.
Y en ese instante de gloria,
con recuerdos seductores,
ya sé que por su memoria
pasa la amorosa historia
de sus pasados amores.
Por eso. Felisa, errante
vagas con planta insegura,
cual si escucharas amante
el céfiro susurrante
que entre tus bucles murmura.
Dime si tal vez, hermosa,
en esa ilusión tranquila
probando estás amorosa
la dulce miel que destila
el dulce nombre de esposa.
Dí si en tus ojos se encienden
los ángeles; si contento
te causa tal vez su acento;
y si mirándote, tienden
las blancas alas al viento.
Dí si en tus ojos ...
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