HUGO RODRÍGUEZ ALCALÁ
DON MANUEL, EL PATRIARCA
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Ognuno sta solo sul
cuor della terra...
S. Quasimodo
Nació en España. Vino al Nuevo Mundo
con sus padres, severos castellanos,
siendo apenas un niño. Una leyenda
de oscuros infortunios y naufragios
envuelve la memoria de esos padres
de los que sólo quedan dos retratos:
Él, con cerrada barba, de levita;
ella, de luto, en las monjiles manos
sosteniendo, devota, un libro negro
del que cuelgan las cuentas de un rosario.
Nunca el patriarca evoca los recuerdos
de aquella travesía del Atlántico,
ni del arduo triunfo en tierra extraña,
que hubo de hacer un opulento indiano
de su padre difunto. Nunca evoca
el alto caserón de vastos patios
en que vivió su adolescencia, y nunca
las dichas y desdichas de esos años.
¿Qué sucedió en su mocedad lejana?
¿Cómo vino la quiebra, el desamparo?
¿Qué fue de aquel señor de barba oscura
que se yergue, severo, en el retrato,
conquistador de una opulencia efímera
en un rincón del Sur americano?
Don Manuel, el patriarca, siendo joven,
y padre ya -para sus tres hermanos
abandonó la Tierra Prometida
y vino al Paraguay. Con su trabajo
se abrió camino y prosperó. Su casa
vasta y feliz, con emparrados patios,
se llenó de la risa de los niños
y de la algarabía de los pájaros.
¡Qué misterioso, pienso hoy, ha sido,
aquel tío Manuel, de rostro santo,
que vivió en tres países tantas vidas
y parecía no tener pasado!
Fue su vivir, vivir día tras día
el drama de sucesos cotidianos:
los pequeños problemas y los graves,
con un valor tranquilo y resignado
Tuvo un negocio grande y bien nutrido,
el mejor de la villa en muchos años.
Muchedumbres llenaban esa tienda,
de la villa, y de pueblos comarcanos.
Fue próspero y feliz. Todas las tardes,
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