ROBERT DESNOS
AL ALBA
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La mañana se desmorona
como una pila de platos
en miles de fragmentos
de porcelana y de horas
y de guijarros
y de cascadas
que caen sobre el mostrador
de este bar muy pobre
donde persisten las estrellas
en la noche del café.
Ésa no es pobre, no,
en su vestido de noche
sucio de barro,
tiene la riqueza
de las realidades de la mañana,
de la embriaguez de su sangre
y del perfume de su aliento
que ningún insomnio puede alterar.
La riqueza de sí misma
y de todas las mañanas
pasadas, presentes y futuras,
de sí misma y del sueño que la vence,
del sueño rígido como la caoba
del sueño y de la mañana y de sí misma
Y de toda su vida que sólo se mide
en mañanas, en albas fulgurantes,
en cascadas, en sueño,
en noches vivientes.
Es rica,
incluso si tiende la mano
y debe dormir a la intemperie
en su vestido mugriento
sobre un lecho de desierto.
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