Juan Arolas
Leyenda Tártara
Teu-Man siempre halagado del destino
de Tartaria el imperio se asegura,
desde la extremidad del Ponto Eusino
al Oby que al mar Caspio se apresura.
Sus palacios levantan a los vientos
sus cúpulas hermosas y doradas,
y llenan sus vistosos campamentos
tiendas de negras crines fabricadas.
Obtuvo de un enlace lisonjero
fruto dulce de amor en dos garzones;
Mothé debió a la suerte ser primero
con felices agüeros y visiones.
Lo concibió su madre cariñosa
viendo en el éter límpido y sereno
brillar un claro sol de luz hermosa,
que cayó del cenit sobre su seno.
Y libre encaneció de los dolores
que acompañan al trance riguroso,
y fuera de estación brotaron flores
que dieron un aroma delicioso.
Un ciervo de grandeza desmedida,
mas blanco que los grumos de la espuma,
perdió su libertad y errante vida,
pasado de un arpón que calza pluma.
Aves de extraños climas entonaron
cánticos deliciosos de alegría,
y magos sabidores auguraron
toda felicidad al que nacía.
Los ojos del garzón afortunado
brillan como la llama cuando crece,
y en su pecho el valor volcanizado
la color del semblante le enrojece.
Son sus fibras robustas y aceradas
como las del león de las arenas,
que vive de sus presas codiciadas,
y es de lava la sangre de sus venas.
Cuando mide la fuerza de sus brazos
entre solaz pueril con sus iguales,
los oprime y ahoga con abrazos;
son sus manos argollas de metales.
De su temprana edad en los verdores
diez estíos le dio naturaleza,
cuando a vista de tres embajadores
quiso mostrar su brío y su destreza.
Tres veces armó el arco, y otras tantas
hizo gemir el viento con tres flechas,
y tres aves cayeron a sus plantas,
abierto el corazón con hondas brechas.
Cabalga en bridón ...
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