EVA PAZ
LA ABUELA
se me congelan las mandíbulas
y después de horas de agonía
en un mísero cuarto de barrio
ha muerto la abuela
sin embargo, para mi
partió hace ya tres días
cuando fui a visitarla
sin palabras me decía
he muerto hijita mía
he muerto, estoy ya fría
hoy murió
oficialmente la abuela
nada era mío la señora
la señora era tanto para mí
la tumba pobre,
la pobreza es fría
no tengo nada para darte ahora
huele a flores en el cuarto extraño
la muerte a todo
cambia el aspecto
había muerto la abuela
de las manos ásperas y la sopa casera
y de pronto
me reflejé en sus huesos
para entender con pánico
que esa tarde en el cementerio
junto al cuerpo de la anciana
entre sus párpados caídos y pegados
el alma mía también moría
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cuántas veces he cruzado
el emocionante misterio del papel
cuántos minutos derretidos en relojes
sentada al borde del verbo alborotado
aguardando, cual carcelero impenetrable
el escape de una frágil poesía
olvidadas yacen otras horas
en que sembrada por la posición fetal
coseché la consternada sinfonía de un poema
y de cada día de desaliento
esta instancia de poesía es mi cimiento
por qué escribo, no lo se
solo que mi alma nota
que a dios le agradan mis palabras
y nací a la vida verdadera
cuando me tropecé en un cerro de palabras
quise armarlas y desarmarlas
y que moriré el día
que la tinta muera en el último de mis lápiz
escribo entonces,
como única teoría
para vivir en paz
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