Evaristo Carriego
INTERIOR
LA SILLA QUE AHORA NADIE OCUPA
Con la vista clavada sobre la copa
se halla abstraído el padre desde hace rato:
pocos momentos hace que rechazó el plato
del cual apenas quiso probar la sopa.
De tiempo en tiempo, casi furtivamente,
llega en silencio alguna que otra mirada
hasta la vieja silla desocupada
que alguien, de olvidadizo, colocó enfrente.
Y, mientras se ensombrecen todas las caras,
cesa de pronto el ruido de las cucharas
porque insistentemente, como empujado
por esa idea fija que no se va,
el menor de los hijos ha preguntado
cuándo será el regreso de la mamá.
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POR LAS MADRECITAS MODESTAS
Por el largo insomnio que tanto desvelo
os causó, desvelo que tiene un testigo
en el perro amigo que como un abuelo
os compadecía... Por vosotras, digo:
San José y la Virgen, Señora Santa Ana,
con vuestras miradas fijas en la cuna,
rogad como anoche para que mañana
se despierte el niño sin dolencia alguna.
Para que se queden ellas sin la espina
de ver al marido marcharse a la esquina,
y para que libre de todo cuidado,
esta noche fría que no tiene luna
gocen dulcemente de un sueño pesado:
Jesús Nazareno, velad por la cuna.
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LA QUE SE QUEDÓ PARA VESTIR SANTOS
Ya tienes arrugas, ¡Qué vergüenza!... Bueno:
serás abuelita sin ser madrecita.
Ayer, recordando tu pesar sereno,
me dio mucha pena tu cara marchita.
...¿Ni siquiera una novela empezada?
Quizás el idilio que duró un verano,
hasta que una noche por buena y confiada,
se cansó la novia de aguardar en vano.
Y tú sufrirías, o no sufrirías,
nerviosas esperas, y te quedarías
como es natural,
tan indiferente que al día siguiente
ya no habría nada, nada: solamente
húmedas las puntas de tu delantal.
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LA DULCE VOZ QUE OÍMOS TODOS ...
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