Humberto Garza
RETORNO
En los bancos de bruma
la dicha es raramente distinguible,
el aura del vicario,
difícilmente apetecible.
Mi crónica en la falda de la brisa
chispeó como una joven lentejuela,
para luego caer y ser tragada
por la reseca boca de la arena.
Cortaron mis frases iniciales
en aquellos foráneos territorios
donde llameaba el aire de mis versos
con ímpetus anónimos.
En esa virginal oscilación
vibraron mis pesados ornamentos,
y se anudó la rosa a mis palabras
y a mis labios abiertos.
Llegó la niebla a recubrir mis ojos
y a decirme, burlona;
que habías vuelto
y eras mejor persona.
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