Juan Arolas
Mal pago de un amor fino
I
Las hojas de los árboles caían...
Y sí también si el desengaño avanza
las bellas ilusiones se desvían,
y es tronco en esqueleto la esperanza.
Blanca no era de las flores
que con traje de festín
atraen con sus colores
en el mágico jardín
mil insectos zumbadores.
Nuestras bellas que desean
las lisonjas regaladas,
de donceles se rodean
que la vida les recrean
con sus lánguidas miradas.
Borra un nuevo admirador
cariño que nació ayer,
hay minutos de favor,
al desdén corre el amor,
y se pierde, al merecer.
Blanca oía con enojos,
siempre esquiva y de mal grado
de garzón de labios rojos
y de seductores ojos
el acento almibarado;
y como gacela huía
seguida de cazadores,
y a su madre se plañía
del arrojo y osadía
de importunos amadores.
Prometida al noble Arturo
no abrigaba más deseo
que estrechar lazo seguro
de un amor ardiente y puro
con las dichas de himeneo.
-¡Cuán pronto veré brillar,
a su madre fiel decía,
la luz que ha de iluminar
al placer y mi alegría
al pie del sagrado altar!
Vuestra dulce bendición
seguida de un blando beso,
feliz hará nuestra unión,
llenando mi corazón
de delicias y embeleso.
En Arturo tendréis vos
un hijo que no tenéis,
y al agradecerlo a Dios,
conmigo le abrazaréis,
siempre amada de los dos.
La flor de las desposadas
adorno será a mi sien,
y con ropas muy preciadas
y trenzas muy aromadas
me presentaré a mi bien.
Será más azul el ciclo,
será más hermoso el sol,
y para mayor consuelo
más jazmines tendrá el suelo
y el alba más arrebol.
Más tierno será el mirar
y más grato el sonreír,
y hasta el mismo suspirar
solo para embalsamar
del pecho vendrá a salir.
...
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