RENÉE FERRER
EL NIÑO PERDIDO
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Tambor, tambor
que me voy,
se escucha en la selva
un alegre clamor.
De los pasos cortos
del oso que baila,
saltan como estrellas
pétalos de flor.
Entre los encajes
de verde follaje,
los trinos se esparcen
en cálido son.
Tambor, tambor
que me voy.
De lejos se siente
la marcha pesada,
de patas gigantes
y colas trenzadas;
son los elefantes
que en desfile van,
a buscar a un niño
que perdido está.
Tambor, tambor
que me voy.
Los ojos del tigre
relucen astutos,
cegando en el cielo
los rayos del sol;
espera en silencio
la presa inocente,
con calma siniestra
y fiera expresión.
La noche se perla
de luces pequeñas,
el niño cansado
no resiste más,
se acuesta ovillando
su cuerpo delgado,
sobre una corola
de flor tropical.
Bastante temprano,
cuando filtra el día,
su luz mañanera
en tibia quietud,
el oso bailando
lo lleva a la aldea,
dejando acunada
su cándida luz.
Tambor, Tambor
que me voy,
se escucha en la selva
un alegre clamor.
...
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