RENÉE FERRER
PAZ
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Sobre la huella reseca de la sed
donde ronda la locura agazapada,
tiembla el salitre adherido a las entrañas
con imágenes de sangre entremezcladas.
Ha llegado el instante.
El silencio absoluto de la paz.
La quietud innombrable de las horas
y esa lluvia de flores en el viento.
Ya no tienen sentido
ni la angustia,
ni la espera ensombrecida de la aurora,
o el miedo,
o el coraje.
Sólo duelen las almas asomadas
al brocal insondable de la ausencia,
la pérdida de aquellos
para quienes la muerte
ha sido el último recuerdo de infancia.
Ha terminado ese andar
perdiéndose en pedazos
por cañada y sendero,
por trinchera y ocaso.
Después de tantos días de tu ausencia,
de tanto llanto apretujado
en los rincones que esconden la flaqueza,
después de tanta entrega derramando
fogata irremediable,
has llegado, por fin,
la deseada,
cubriendo los campos de batalla
con tu lluvia de flores en el viento.
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