ANGELICA JAQUE ILIANA HERRERA
ChR
Detenida en la orilla de ese río
bullicioso y sin cauce,
mientras un tiempo sin apuros
se me entretenía en la corriente
deshojando pétalos o,
lanzando piedrecillas.
En tanto una tibia y amable brisa
acariciaba las coloridas espigas,
vi a algunas desgranarse
apenas al ser mecidas,
otras erguidas sujetaban su grano
soñando estío de gavillas.
En ese paisaje confuso,
entre ese trigal de letras,
agazapada estaba la tristeza
escondiendo las heridas
con las alas atadas de silencio.
Tan apegada a la tierra
bebiendo los sorbos salados
de la angustia contenida,
oxigenando la sangre,
buscando las fuerzas para el diario
vuelo circular del sobreviviente.
A pesar de las sombras,
presentí ... estrellas de secreta luz ,
en su valle envenenado e infecundo,
en ese amanecer de piedras
acerqué una acuarela de verbos
para pintarle una sonrisa
Olvidé un poco el canto del agua,
la fiesta de las espigas
cuando estos dedos intrusos
encontraron en el bolsillo izquierdo
del universo, celestes constelaciones,
amarradas a un papel e
hice un bálsamo de estrellas
para untar los muros entretejidos
del misterioso nido de los afectos.
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